El sol cayo y las palabras no quisieron caer con el. Senti la lengua aspera de tanto pensar, y regurgitar el residuo de las ideas. Mi unica compañia semi-viva era el sobrio aroma de una noche de disfrute. Que lindo es rasguñarse las rodillas jugando a la escondida. Cayo un aviador de ojos tristes sobre mi mesa de luz. Fue la misma historia que vos me contaste en el utero de los cambios. Fue simplemete un ocaso.
lunes, 12 de marzo de 2007
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