martes, 3 de julio de 2007

el invierno de los bizarros en el frigorifico



Se me cayó un dedo. No se realmente los pormenores físicos y/o metafísicos que condujeron a los simientos decadentes de mi destino corporal a realizar tal delesnable acto de autoflagelación inconsciente. Realmente, analizando las circunstancias coyunturales de la realidad que me rodea, probablemente las temperaturas que la -mal- calificada sabia naturaleza nos está obsequiando en estos a-energéticos tiempos, infundió una inusual rigidez frigorífica a mis extremidades, lo cual, segun nos ha enseñado la no realidad efectista del cine, puede conllevar nefastas consecuencias. A mi parecer, y observando detenidamente en este momento el espacio vacío que antes comodamente ocupaba mi dedo meñique, que tan fachera mano me hacía, creo vislumbrar de manera casi mágica, cual si una brillante manzana sobre mi cráneo hubiera caído, las razones de la pérdida de mi pequeño miembro discriminado. Es evidente que la falta de una temperatura aconsejable para la supervivencia humana, en conjunto con la ausencia de un dispositivo de calentamiento que logre revertir las condiciones naturales en las que nos vemos irreversiblemente sumergidos, ha concluido en el congelamiento surreal de mi dedo; al haber perdido por completo la totalidad de mis sentidos por las razones climáticas ya largamente explicadas, fui incapaz que comprender que un placer hasta hoy inofensivo como lo es sonar mis dedos, decanto en la separacion definitiva de una pequeña parte de mi cuerpo de todo el gran resto del mismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran pérdida. El meñique es un sabio removedor de cera de nuestro viejo y querido aparato auditivo. Pero a no desesperar que la llave del auto puede oficiar de remplazo. Ahora bien, la falta de un vehículo motorizado puede derivar en un inminente, irremediable y grosero tapón de cera que llega con implacables consecuencias en la vida del jóven argentino a pié. Pero miremos el costado amable, la mitad llena del vaso... estamos frente a una buena noticia! Nunca se escucharán los hirientes comentarios "sordo del orto" o "sordito puto". La vida te regala una muda carcajada. Reite fuerte y que te escuche todo el mundo mientras vos... mientras vos no escuchas un carajo de nada...

baron sincope dijo...

Al leer tu comentario don anonimo, no pude evitar reflexionar sobre la vacuidad del isopo como invento utilizable, habiendo tantos elementos preexistentes factibles de ser usados para la limpieza auditiva. Consejo explicativo-derivado-de-experiencia: no usar para estos menesteres un lapiz con gomar de borrar, puede derivar en la creacion de menjunjes cero-gomosos que impliquen la podredumbre simil-lepra del organo en cuestion.